Abstract
Muchas comunidades hoy en día siguen siendo acosadas por recuerdos conscientes e inconscientes de atrocidades pasadas mientras luchan por vivir con los legados de brutalidad y el trauma relacionado. Estos eventos deshumanizantes no son solo guerras recientes, conflictos violentos entre comunidades, genocidios, apartheid y desplazamiento forzado, sino también atrocidades más lejanas, como la ocupación de tierras indígenas, la esclavitud y el colonialismo. Entonces, el trauma se transmitió de una generación a la siguiente, y los efectos de la deshumanización se mantienen vivos en nuestra memoria colectiva. En este contexto, este artículo explora el recuerdo más allá de la cognición y más allá del lenguaje. Se basa en la teoría normativa de la memoria colectiva y presta atención al recuerdo como lo encarnado y lo emocional, incluidas las formas en que las sensaciones y los sentimientos potentes pueden encapsular las experiencias indecibles e inexpresables de pérdida, dolor e injusticia. Esto permite una mayor investigación sobre cómo recordar la brutalidad pasada puede transmitir y reforzar nuestra identidad, orientaciones relacionales y acciones. Qué recordamos y cómo deberíamos recordar el pasado puede determinar nuestra experiencia de nuestra dignidad y bienestar, este artículo propone que requiere la ética de recordar destinada a enriquecer el potencial curativo y transformador de la memoria colectiva, e inspirar nuestras responsabilidades para co-creando un mundo justo y humano.