Resumen
El libro Créditos y emociones: Texturas del Siglo XXI, compilado por Florencia Chahbenderian (2024), parte de considerar el consumo –y su contraparte, el crédito– como elementos nodales para comprender cómo se estructuran las sociedades actuales. Las ineludibles transformaciones en el régimen de acumulación, marcadas por la crisis del fordismo, el desmantelamiento del Estado de Bienestar y la institucionalización de la flexibilidad laboral, constituyeron el escenario de una creciente hegemonía financiera en cada vez más ámbitos de la vida. En un contexto de aumento de los niveles de la pobreza, definida como “estructural”, donde el acceso a los bienes y servicios depende en gran medida de la capacidad de compra de los sujetos, el crédito ya no se utiliza exclusivamente para adquirir bienes durables. El endeudamiento se configura como una estrategia viable para satisfacer necesidades básicas como el acceso a la vivienda, a la alimentación, o la movilidad urbana, dando lugar a una política de las sensibilidades propia del presente siglo.