Resumen
La noticia difundida en el 2009 que explicitó dudas de la veracidad del género de Semenya Mokgadi Caster es el punto de partida en este artículo para problematizar la imbricación entre género, cuerpo y sexualidad que ha dado lugar a las dificultades para comprender la complejidad de esas implicaciones en el imaginario social que se rige por un saber binario sustentado y materializado en un cuerpo funcional heteronormado que muestra características específicas e inamovibles para hombre y mujer. El interés de este texto es mostrar cruces y procesos de cómo devenimos en un cuerpo y la insistencia de continuar enmarcando la verdad en los paradigmas biológicos que han categorizado a los sujetos vinculándolos con la normalidad y la animadversión de acuerdo con la inteligibilidad de los cuerpos cuya feminización-masculinización, apariencia, funcionalidad y morfología produce constreñimiento cotidiano. La discusión planteada sobre el sistema regulatorio que busca la homogeneidad de la corporeidad se sustenta en aportaciones de Judith Butler, Judith Halberstam y Robert McRuer para explicitar el transcurrir de la interacción social que reitera ese sesgo de creer que sólo unos cuantos o una minoría es afectada o abyecta, cuando no es así, ya que no hay posibilidad de quedar exento.