Resumen
Este trabajo se ocupa del problema de la muerte desde una perspectiva teórica que se ubica en el cruce entre la filosofía, el psicoanálisis y las ciencias sociales y confiere al cuerpo y a las emociones un puesto protagónico. Primero, situamos el tópico de la finitud tal como se abordó tradicionalmente en la filosofía, como un aprendizaje de la muerte propia. Luego, a partir de Nietzsche y Freud, iluminamos un aspecto reprimido anteriormente, y que sólo sale a la luz cuando el pensamiento del cuerpo ocupa un lugar privilegiado: no el de nuestro ser-mortales, sino el de nuestro ser-mortíferos. A partir de este aporte que cambia la perspectiva, ponemos de relieve el carácter inescindible de vida y crimen, haciendo hincapié en la violencia ligada a la oralidad y la autopreservación (en particular: alimentación y defensa), que constituye el grado cero de nuestra agresividad. Conectamos ese saber sobre nuestra criminalidad con un esclarecimiento sobre el sentimiento de culpa que mistifica algunas promesas poshumanistas, y concluimos afirmando que la dificultad para elaborar la agresividad necesaria se halla en el fundamento de una moral que legitima y contribuye a perpetuar la represión y la explotación de los cuerpos.